Visitar la peña Amaya es retroceder al pasado más antiguo. Protegida por impresionantes precipicios, la peña ha estado poblada desde la Edad del Bronce, hace unos 3000 años. Fue capital de los cántabros, pueblo prerromano. El emperador Augusto la arrasó avanzando desde el cercano Sasamón hacia 29 a.C. Fue nuevamente repoblada por los cántabros que siempre la consideraron su capital, asomada a la meseta. Nuevamente, los godos, bajo el reinado de Leovigildo, la asaltaron en 574, matando a todos sus habitantes. Tras su repoblación, Tarik la conquistó de nuevo en 711. Finalmente, en 860 fue repoblada por el conde Rodrigo para Castilla. Tras el avance de las fronteras hacia el sur siguiendo la repoblación, pasó al olvido. Es posible aún ver restos arqueológicos y en las soledades de hoy, nos imaginamos cómo pudo haber sido en el pasado.
IBILIBIDEA /FITXA TEKNIKOA
- Responsable Grupo: SANTIAGO DE DIEGO
- Distancias: 18 km (Moderado)
- Tipo de Actividad: Senderismo
- Situación: Sierra de las Loras (Burgos)
- Tiempo: 5:30 h recorrido sin descansos
- Salida Ruta: Amaya (Burgos)
- Final Ruta: Amaya (Burgos)
- Subida acumulada: 500 m
- Desnivel: 500 m
- Dificultad: BAJA
- Esfuerzo: MODERADO
- Riesgo: BAJO
- Cimas: Peña Amaya (1.370 m). Opcional: El Castillo de Peña Amaya (1.309 m).
- Track GPX: RUTA ALTERNATIVA Peña Amaya
- Track KMZ: Google Earth RUTA ALTERNATIVA Peña Amaya
- Waypoints: Waypoints DOS Rutas
- Perfil Ruta:
- Mapa:
ITINERARIO
Nuestra propuesta alternativa es una marcha fácil, al transitar por caminos sin grandes desniveles, salvo los accesos al Castillo y a la Muela, donde hay que realizar pequeñas trepadas, aunque sin grandes problemas técnicos.
La actual Amaya (975 m), pueblo cercano a la peña, será el punto de partida. Se llega por Villadiego desde Burgos o por Aguilar de Campo, desde donde hay que tomar la carretera que lleva a Sotresgudo y Amaya. Una vez en el pueblo daremos comienzo ambas rutas.
Se sale desde las primeras casas de Amaya (975 m), siguiendo por la izquierda en la primera bifurcación de calles. Enseguida se llega a una plazoleta, en la que hay una casa grande a la izquierda. Se pasa por delante de ésta (izquierda), para continuar a la derecha rodeándola y tomar el Camino de Puentes de Amaya, que parte por la izquierda (O). Después de dejar una desviación a la derecha, se pasa una colladina (1.012 m). En esta primera parte se camina por el PRC-BU 201, denominado Sendero de Puentes de Amaya. Después de bajar ligeramente se sigue subiendo hasta una nueva colladina (1.028 m), justo antes de la cual hay una desviación a la izquierda que se desechará, siguiendo de frente. A partir de aquí el camino discurre por el pequeño valle formado por el Arroyo de los Tovares. 1200 m más adelante se cruza este arroyo y el camino da un brusco cambio al (SO) (izquierda) y sale de la zona más estrecha del valle. Enseguida se llega a otra pista, donde se irá a la derecha (N-NE) (a la izquierda se llegaría a Salazar de Amaya). Al poco rato se dejará la pista principal, que a la izquierda continúa hasta Rebolledo de la Torre, para seguir de frente por otra ligeramente más estrecha que lleva directamente a Puentes de Amaya (995 m), que es un pueblo totalmente abandonado y vacío, con todos los tejados en el suelo, lo mismo que la iglesia, las huertas familiares perdidas y los suelos de las callejas llenos de escombros.
Una vez visitado este pueblo en ruinas, se retrocede por el camino de llegada, hasta encontrar (dentro de un bosquete) una pista que sale a la izquierda (S-SE), que se tomará. Nada más atravesar el Río Gallinas (también llamado Arroyo de Valdeamaya) se continuará de frente (S), desechando una salida que arranca en curva a la izquierda, comenzando la subida a Peña Amaya por su estribación (O). El sendero sigue su recorrido, en suave ascensión, hasta llegar a la pista que viniendo de Amaya alcanza la zona de la Peña. Se tomará el ramal de la izquierda (NO). A partir de este momento se pasa al recorrido del PRC-BU 200, llamado Senda de Peña Amaya.
Enseguida se alcanza el aparcamiento que han habilitado para que aparquen los montañeros que quieren ahorrarse el esfuerzo de subir el primer tramo de cuesta. A partir de aquí se camina por un sendero, bastante pendiente, que aboca en un portillo natural entre rocas, justo en la línea de las antiguas trincheras defensivas de los antiguos poblados de esta peña. En este punto se accede a la zona de La Peña (1.206 m), que es donde se situaba el castro (habitado desde la Edad del Bronce hasta los tiempos medievales)(1.191 m). El camino continúa atravesando los amontonamientos de piedras, restos de las estructuras de las casas y calles antiguas. También se reconocen los restos de varias murallas concéntricas que protegían aquellos lugares en donde los enriscados peñascos no eran suficientes. Al frente, se ve el enorme y alto roquedal que recibe el nombre de El Castillo, y a la izquierda y al frente es la zona donde se encontraba la muralla principal, que cerraba la zona del castro, ya que esta parte es la única que no tiene un farallón natural que haga las veces de parapeto. Se atravesará la campa del Castro para dirigirse hacia el Castillo. La pendiente se endurece paulatinamente. A media ladera sale un camino a la izquierda, que forma parte del PRC-BU 200, pero se abandonará para continuar de frente y subir a la cima del Castillo. El camino continúa subiendo hasta quedar encajonado por dos formaciones rocosas, a la izquierda la mole del Castillo y por la derecha una gran roca. Se sigue subiendo hasta encontrar una zona más accesible (hay que hacer una pequeña trepada) para subir a la cima.
El Castillo (1.315 m) es una de las cumbres que componen la imponente Peña Amaya, una atalaya natural increíble, que enraizada en las montañas cántabras, sobresale hacia la llanura dominándola. Desde este otero se aprecia el contraste entre las agrestes formaciones montañosas del (N) y la llanura que se contempla al S. El espectador se puede sentir con una capacidad de avizorar equivalente a la de los buitres que anidan en el reborde del roquedo de La Muela y sobrevuelan estos espacios. En la parte superior del Castillo se aprecian restos de algunos cimientos del antiguo castillo (descubiertos recientemente por catas de dudosa legalidad). El topónimo y la ubicación son clarísimos, es indudable que en algún momento de la historia esta estratégica posición albergó una fortaleza. De hecho parece ser que fue aquí donde don Rodrigo, el primer conde castellano, construyó y afianzó un castillo cuando, por orden de Ordoño I (su padre), repobló esta antiquísima ciudad de Amaya, en el 860. Era la época de la repoblación y estaba en auge el afán de reconquista, pasando ya desde la zona montañosa a la de las grandes llanuras de lo que comenzaba a ser Castilla. Desde el Castillo, abajo en el Castro, se descubre asombrosamente bien la planta de la ciudadela. Los montones de piedras que se vieron al pasar adquieren todo su significado desde esta perspectiva. Las vistas son muy amplias, al S la inmensidad de la Meseta, al (NO), los macizos cantábricos: Fuentes Carrionas, Picos de Europa, al (N), Alto Campoo y al (NE) Castro Valnera… También se divisan las cimas del Sistema Ibérico al (SE), con la Sierra de la Demanda y los Picos de Urbión. En el entorno más cercano (N), la peña gemela de Albacastro (1.370 m máx). La marcha continúa con la ascensión a la cota más alta de Peña Amaya. Para ello, se desciende (E) a la Brecha de Amaya (1.259 m) «que no es tan famosa como la de Rolando, pero sí tan bonita como ésta», que separa El Castillo de La Muela, para bordear ésta por el (N), al pie de un cortado calizo aparentemente inexpugnable. A la mitad de esta bajada se puede tomar un camino que sale a la derecha, para alcanzar la Cueva de Castillo, una oquedad sin mayor importancia. Una vez en el collado, se continuará por la base (NO) del farallón (dirección E-NE), para tomar una pendiente canal (a 500 m del collado) por la que es posible remontar sin problemas este farallón. El camino es serpenteante, con piedra suelta y hay que agarrarse a las rocas, pero sin ningún peligro. De este modo se alcanza la terraza superior de la peña, una inmensa y alargada explanada algo hundida por el centro y ligeramente elevada por los extremos.
Aunque por la lora de la Muela se puede andar en cualquier dirección, ya que apenas tiene zonas que no se puedan recorrer sin problemas, se recomienda realizar el siguiente recorrido: Desde el punto de subida hay que dirigirse al (E-SE), hasta la parte más alta (1.347 m) de la zona (O) de la Muela. En este punto hay un chozo semiderruido. Se continúa en dirección (NE) y se pasa junto a otro chozo (1.340 m), éste en buen estado. Los chozos son construcciones preparadas por los pastores con piedras sueltas para su cobijo, especialmente del viento norte, ya que este alto está azotado por todos los vientos. En esta segunda se pueden ver algunas prendas de abrigo y un asiento, ya que es utilizada por “Joselón” un atípico hombre de luengas barbas, que en sus tiempos jóvenes le gustaba alardear de su fuerza y dice ser el Guarda de Peña Amaya. Continuando en la dirección (NE) se alcanza el vértice geodésico de Peña Amaya (1.362 m), que está en su extremo (NE), donde además del mojón, hay un buzón alpino. Las vistas desde este punto son iguales a las del Castillo, pero ahora se ve el Valle de Traspeña, con el pueblo de Villamartín de Villadiego justo a los pies. Al (NE) los pueblos de Rebolledo de Traspeña, Fuenteodra y Humada, Además de las rasas (elevaciones planas, o loras) de las comarcas burgalesas de Valdelucio, El Tozo y La Lora. Para la bajada hay dos salidas por el farallón sur. La que va por el PRC-BU 200 atraviesa esta meseta, para bajar por el extremo (SO) por un marcado camino en zigzag escalonado en la roca. Sin embargo, el camino más bonito y montañero es tomar la otra bajada del farallón (S) de la Muela, que se hace por una pendiente vaguada al (S-SE) del vértice geodésico, para continuar seguidamente por debajo del farallón superior. Como dirigirse directamente a esta salida puede ser complicado de encontrarla, el recorrido idóneo es seguir bordeando la Muela por el extremo (NE) hasta dar con la bajada. Se trata de una grieta formada por la erosión del agua y los desprendimientos, que tiene una elevada pendiente, por lo que hay que agarrarse a las peñas para realizar la bajada. Una vez en la base del farallón se seguirá por un marcado camino que discurre por la parte inferior del paredón, en varios tramos de forma abovedada. Este trayecto, además de más bonito tiene la ventaja de tener las mismas vistas hacia la Meseta que si se va por el borde superior. Para los amantes de las cuevas, existe otra, Cueva de la Reina, a unos 250 m a la izquierda de la bajada, en una grieta de la pared. Siguiendo esta senda descrita (SO) se llega a la altura de la otra bajada, cerca de la Brecha de Amaya. Al alcanzar este punto se dejará el camino del pie del farallón, para bajar por el que se dirige hacia la vaguada formada por el arroyo de la Fuente Hongarrera y continuar por la plataforma inferior hasta la zona de las ruinas del Castro. Nada más pasar el incipiente Arroyo Hongarrera se caminará, durante un rato, junto a un antiguo canalillo, que recogía las aguas que bajaban por esta vaguada y las llevaba a un aljibe situado en la parte inferior del Castro. El canal está en muy malas condiciones y el agua se cuela por las grietas, no llegando ni una gota al depósito.
Desde el Castro se sigue por el camino de acceso, pero siguiendo de frente al encontrar la desviación por donde se vino de Puentes de Amaya. Poco antes de llegar a Amaya se atajará por un camino que evita dar una gran vuelta que da la pista El pueblo de Amaya (990 m a la altura de la iglesia) se encuentra casi 400 m por debajo del conjunto de la meseta rocosa. A pesar de que por aquí todo es piedra, llama la atención ver como algunas construcciones tienen trozos de muros de adobe. La iglesia de Amaya tiene una fina portada abocinada en gótico, aunque bastante estropeada por los elementos atmosféricos. En su interior tiene una cruz plateresca y una pila bautismal con inscripción. La torre es del siglo XVI. Se puede beber un poco de agua en la rara fuente de este pueblo, que se pudiera decir que es de “estilo Gaudí”.